martes, junio 19, 2012

Me enfermé de lunes a jueves. Falte dos días a trabajar y uno a la facultad. Estar enferma m
e deprime, me aburre, y sobre todo, me convierte en un ser insoportable. Pido todo el tiempo atención o una sopa o que me hagan masajes por la contractura de mi espalda. El peor momento para soportarme es a la mañana por que: A. Me despierto de mal humor, dolorida por las malas posiciones al dormir, con la garganta mas rasposa y seca por no haberla usado. B. Quien tenga que amanecer conmigo, de seguro a la mañana va a estar menos tolerante que en cualquier otro momento del día, solo por ser la mañana. Me canso de ver películas y series, tengo hambre todo el tiempo y me quejo cuando tengo que ir hasta el baño. En fin, la enfermedad para mi es lo mas parecido que hay a ña muerte y la vivo en semejanza. Después de cuatro días en los que me fui enmoheciendo en la cama y en los que no me entere si llovía, si se había encontrado la cura para el cáncer, o si el mundo finalmente se declaraba en absoluta paz; Salí a la calle para ir a trabajar. Afuera encontré un clima chotísimo, con garúa extrafina y flotante, combinado con que me reincorporé al trabajo un día viernes (día en el que el tránsito motorizado simplemente debería desmaterializarse e ir a enfermar cabezas en otro lado), frío, gente apurada, taxis y colectivos llenos de personas llenas de bronca, nervios, alteración. Un clima divino, indispensable para tener un buen día,para empezarlo como se debe. La estación de subte me queda a ocho cuadras de mi casa. Decidí caminarlas, contra cualquier recomendación a alguien que a penas sale de una teoríca angina. Ates de empezar mi caminata, me detengo a observar los escenarios:hacía cuatro días completos que no tenía el mas mínimo contacto con todo eso. Madres con cinco chicos colgando de sus brazos, más las mochilas, más los abrigos que los chicos no quisieron ponerse en el trayecto para ir a la escuela. Viejas de barrio con sus pelos mal teñidos, vistiendo las polleras de siempre, que usan todo el año sea invierno o verano, con sus bolsas de mandados pretendiendo que todos las dejen pasar primero. Entrajados apurado tos que esperan que cambie el semáforo a su favor, abajo del cordón y temblequeando la rodilla n señal de prisa. Los señores de cincuenti venidos a menos, fumando el cigarrillo de tachero de cincuenti venido a menos, en la esquina diciendiendole lo mas mas más desagradable a cualquier estudiante de guardapolvo que pasa. Ésa estudiante, que pareciera creerse que se come el mundo con su andar y su cara toda llena de piercings. El chino del supermercado sentado sobre los cajones de yoghurt en la vereda, supervisando la entrada y la salida de todos los que van a comprar. Los mecánicos de la concesionaria, los que descargan los cajones de mercadería en la pizzería, mi vecina mala onda que pasa, me ve, baja la vista y no saluda. Todos los pendejos del colegio de enfrente que saltan y rebotan y casi provocan un desastre con un auto que pasaba, sin conciencia. El pelotudo del vecino que saca la basura a las diez de la mañana y cree que nadie lo ve, cuando en realidad, yo se muy bien que prefiere creerlo. El chico lindo que habla por celular mientras se pone las botamangas adentro de las medias para subirse a la bici. La tipa que viene caminando muy bien vestida con sus dos hijas también muy bien vestidas y que por poco te lleva puesta. Otra vieja de pollera, bastón, carrito de compras y perro chiquito. El obrero que va hacia la obra de la otra cuadra y de paso te tira una guasada y no te da tiempo a responder. El imbécil en el súper auto hablando por celular o seteando algo en su GPS mientras se saca un moco y espera el semáforo. El colectivero de la línea que pasa por la puerta de mi casa, encerrando a una bicicleta y tocándole bocina mientras lo insulta. TODOS ESOS, TODOS ESTOS. (Es ésta la realidad? Es imposible. Cómo es posible que hayamos elegido ésto?) Camino cinco de las ocho cuadras, enfurecida un poco por todas las personas que circulan con paraguas debajo de los techos. Los techos son para gente como yo, que no lleva paraguas, por que lo olvidó o por que no tiene. Vienen de frente, decididos a no moverse de la línea por la que vienen caminando, con el paraguas abierto...y hasta el momento en que lo cruzan a uno, uno sigue creyendo que va a ceder el espacio bajo techo, o que va a ladear el paraguas para no sacarte un ojo. Pero no. Es uno el que debe protegerse de la ceguera de los otros. Tengo que cruzar la avenida y el semáforo es de los autos. Por supuesto que fueron seis cuadras de continuos bocinazos e intolerancia que uno ya se carga en la conciencia. Espero para cruzar en la esquina y de pronto, a mi lado se para un viejo. Distingo que es una figura encorvada, sin dientes, con una boina que intenta ocultar la grasitud de su pelo. Lleva un sobretodo de color beige abierto, desprolijo. Un viejo, apelando a los eufemismos, desaliñado. De unos setenti tantos. Lúcido, feo, horrible, pero lúcido el hijo de puta. Está parado a medio metro de mi brazo, y me
 mira. Al principio pienso que es normal que los viejos borders se te queden mirando, que es algo
propio de la edad y de ir perdiendo la vergüenza y ganando un poco de de demencia. Pero después,
cuando noto que su mirada sigue en mi, lo miro disimuladamente y noto como me esta mirando las tetas. El muy hijo de puta me esta mirándo hace por lo menos quince segundos las tetas. Ofendida, ahora soy yo quien lo mira fijo, entre incrédula e indignada. El viejo forro, el pija floja, levanta la vista y me mira a los ojos. Entre abre la boca de la manera mas pervertida que hay. "Qué mirás hijo de puta? La puta que te parió! Desubicado de mierda, andá a cortarte la pija y después internate en un geriátrico, viejo forro!" . Y no era para menos. El viejo de mierda, como si lo que le funcionara mal no fuera la pija, si no la audición, me empezó a mirar entre las piernas. Enrrojecida de furia, lo empujé. Si. Empujé a un viejo de setenti tantos por estar haciéndose una paja mental conmigo. Inmediatamente cambió el semáforo y crucé la avenida lo más rápido que pude. Tenía muchas ganas de llorar. De llorar y de gritar muy fuerte. Y de anunciarles a todos los que estaban ahí, que formaban parte de ese descontrol, que iba a hacer estallar una bomba en cada una de sus casas. Váyanse. Vacíen la ciudad, descompriman tanta locura. Todos están haciendo cosas que no quieren hacer, encerrados en sus cuerpos, no viven sus vidas eligiendo, si no obedeciendo al tan nombrado y conocido, pero sobretodo sistema. Basta! Vuelvan a empezar, replanteense la vida. Sonrían mas, discutan menos, terminen eso que nunca terminaron y les pesa, desapéguense de los shoppings, terminen con la avaricia, escalen una montaña, valgan la pena. No me cae bien la gente sometida. No me banco a los que soportan todo. Y eso es lo que noto, que todos están sometidos y resignados a que esto es así, así nacieron y así van a morir. Las cosas como siempre, para que protestar si no somos nada, un punto, un grano, una miseria. Si mi opinión a quien le importa, si lo que pienso es la minoría. Así se construye la locura forrada de tristeza. Así se nos arruga la piel, así nos vamos a ir de este mundo y ni cuenta nos vamos a dar. Si total, la muerte es inevitable, y aquí en le importa mi muerte, y a quien le importa si sigo acá. El ser humano se ha convertido en lo mas despreciable del planeta, en la especie mas nociva y egocéntrica que alguna vez se haya podido imaginar. Hay una dictadura en el planeta producida y sostenida por el ser humano, a quien nada ni nadie le importa. Es el espécimen que destruye y no reconstruye, que opera sin conciencia y derriba arboles y animales por motivos que nada tienen que ver con la evolución. Quema y tala, deshecha y derrocha. Construye y apila. Consume y no planta. Cría monstruos trogloditas indiscriminadamente. Mata y se viste con esos cadáveres. Se enorgullece sin vergüenza de si mismo. Se jacta. Arma guerras. Caza. Contamina. Usa el agua para transportar veneno y cualquier error en el trayecto, lo pagan los mares, los ríos, los habitantes del medio acuático. Sufre y lo esconde. Siente pena y la disfraza. Se cree feliz pero no puede aceptar un error. Una vez le dije a una señora que levante el papel que tiro en la calle, y la misma señora me levanto su dedo mayor y me miro con cara de odio. Así es como aprendemos de nuestros errores los seres humanos. Habrá que tocar fondo, entonces. El asunto es que nuestro fondo implique acabar con todo, destruirlo todo. Tocar fondo es quedarnos sin agua, es quedarnos sin vida.

miércoles, abril 04, 2012

-Dale, O, abrí la boca-

Y no. Sellada con la fuerza de cien mil caballos de fuerza y puré de espinaca y polenta.
-Dale, O...por favoooor, tenés que comer-
Y en cambio, ella desvía los ojos hacia mi boca. No se que le resulta tan interesante.
-¿Qué te resulta tan interesante?-
O mira mi boca con detenimiento, pero su boca sigue sin abrirse. Comienza a agitar sus brazos, como festejando. Sus dedos del tamaño de una aceituna, regordetes y llenos de todo aquello que debería estar masticando y tragando para que podamos pasar a otra cosa; Esparcen todo el material en la pared y en mis párpados previsorios bien cerrados. No puedo contener la mueca de asco al sentir la pastosidad fría a lo que ella estalla en una carcajada maquiavélica.
-Lo estas haciendo a propósito. Vos no querés comer. Agua?-
y de un pesado pero ágil manotaso, se libra del molesto vaso que yo le acerco temerosa.
-Briiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!-
-Está bien,está bien...ya te entendí. Pero no comiste nada...-
-Tataaaataaaa ba ba abba abbba briiiiiiiiii-
A continuación, empiezo a improvisar muecas y ruidos llamativos, empiezo a cantar la cancion ocho del cd que tan bien conozco y que ya pareciera ser la banda sonora de todas nuestras jornadas juntas.
-O?? O??!! mirá mirá! mirá que bueno esto...mirá mirá, no te lo pierdas! que rico!-
-Buuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!! aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh iaaaaaaaaaaaaaaaaaaa iaaaaaaaaaaaaaaaa anguritakishhhhhhhaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!-
- Bueno!! bueno!! te sacooo, no grites asi, aaaaah! O!, tranquila!!!!-
Desexorciso a O al sacarla de la silla de comer. Sigue compungida y sin dejar de agregar un gritito cada tanto. ¿Qué puedo hacer?, pienso: si la dejo en el corral, va a llorar; Si la dejo en el playroom improvisado para bebes, también va a llorar. Pero tengo que poner a calentar la mamadera y no puedo prender una hornalla con un bebé a upa. Entonces la dejo tranquila y libre en el piso de la cocina, es decir, entre mis pies, mientras caliento la bendita mamadera. Pero cuando pongo a O en el piso, lo primero que hace es ahogar un llanto: EL llanto. Ése que se carga en la garganta, el sonido sordo que representa al mayor de los gritos, el del volúmen más alto, el más enojado, él más furioso, el grito del abandono, el grito del desprecio y la indiferencia. "no soy un paquete, entonces no me dejes en el piso. a vos tampoco te gustaría". Y entonces, me arrodillo inmediatamente al lado de O, que todavía sigue participando de esas arcadas para adentro fabricando ÉL grito.
-No, no, no....quedate tranquila! no me voy! me quedo acá...O!- sacudo a O tratando de sacarla del inminente y al parecer inevitable ahullido, pero es demasiado tarde.
-BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me apresuro a levantarla.
-Sosegate...tranquila, no llores más! (me acerco a la ventana en la cocina, desde aquel piso 18) miráaa, mirá los autooooos! los perros, los árboles...y las nubes, ¿viste que lindas las nubes, O?-


martes, febrero 21, 2012

Anónimo:

¿Anónimo? ¿en serio? ¿a vos te parece? no se vos, pero yo si ya estoy grande...más por vos que por mi, te invito a que aparezcas y que dejes de esconderte en la infinidad mediocre de un cualquiera. hacé algo por vos, o te pido dejes de dejar tus huellas sin nombre.

miércoles, agosto 17, 2011

Hace días que silencio. No yo. Si no que, hace días que....silencio. Puro silencio. Silencio de ropa colgada. Esa quietud, esa pereza de moverse. Hace días que me duele el cuerpo. Entero. Todo. Espalda, espalda abajo, cuello. Me duele el cráneo, los ojos, las sienes. Las articulaciones. Y no es fiebre, ni tos, ni mocos. Es que me duele. Tengo frío, tengo frío todo el tiempo. Me da frío estar sola, como solamente conmigo estoy. Me da angustia no hacer más nada que mirar películas. Y no es que me falte amor, me sobra, me rebalsa y se escurre hasta endurecerse como cera caliente. Me gustaría tener cosas para hacer...aunque en realidad, me gustaría que me gustaran las cosas que tengo para hacer. Y que me hicieran ellas saltar de la cama, respinpingueante, muy temprano y salir a la calle en bicicleta y vivir aventuras. Aventuras posibles, aventuras que puedan llegar a ser reales. Aventuras mías conmigo, que rellenen ese tiempo en que toda persona debe encontrarse sola haciendo algo, mientras el tiempo esté pasando, para que despué sen un rato, en una hora o dos o mañana, aparezca otro ser humano a modificar el momento. A vincularse.

Esas aventuras que son simples destinos, caminos o hallazgos que cuenta la gente cuando se encuentra con uno. Anécdotas que les brotan por los ojos de la ansiedad que tienen para contarlas, en las que los únicos protagonistas, testigos y participantes fueron ellos mismos. Sin nadie más. Esa gente que al contarte lo que hizo ella o el solos en el día, te están diciendo que además saben divertirse solos, que saben como pasar el tiempo y hacerlo productivo estando solos; Es más, te están diciendo lo tan autosuficientes que son, que en no se cuantas horas del día no necesitaron siquiera mensajearse con alguien más. Que la pasan tan bien con ellos mismos, que el que haya un otro podrían ser tranquilamente anecdótico y prescindible.
Bueno, a mi no me pasa nada de todo eso. Cuando me decido a inventar una actividad para mi, por que "aquí estoy y aquí y ahora soy estoy que soy y no hay nadie más" y digo "bueno!, vamos a pintar las paredes de este lugar!" y empiezo a pensar en rojos bergamota y en verdes de terciopelo Luis XVI, recuerdo que no tengo un céntimo. O que el céntimo que tengo, tendría que usarlo para comprar cosas para comer...por que comer tanto arróz o tanto fideo ya hace temblar mis entrañas, entonces podría guardar ese sobrante, ese mísero excedente, para comprar quizás, una bandeja de champignones y poder almorzar una ensalada renovadora.
En fin, entonces descarto ahí la posibilidad de poder pintar las paredes. O por lo menos de poder AHORA pintar esas paredes. Entonces digo "tendré que trabajar más" y me contesto "pero vas a tener que transar con tantas cosas, acordate del año pasado, acordate de toda la mierda vestida de mierda oliendo a perfume caro de mierda. Acordate de toda esa gente, de todo ese ruido al salir a la calle y toda esa mediocridad al volver a entrar. Acordate de todos esos papeles que llevabas y traías. Entonces digo "bueno, pero un nuevo trabajo no tiene por que ser así, podés buscar otra cosa, podés ser buena en otra cosa, hasta podes encontrar algo que inclusive llegue a gustarte un poco". Si. Pero pienso: y volver a viajar, y esta ciudad que odio, que detesto, y volver a hablar con gente que no me interesa, y volver a trabajar para gente a la que no le importo...entonces...¿qué? Entonces no pinto las paredes. Mejor hago otra cosa. Limpio. "Ahí stá!" limpio, ordeno, eso siempre viene bien y no gasta plata, limpio, ordeno, hace bien al alma...me dispongo a agarrar la escoba y "Crrrack!" mi espalda cruje. Y ahí me acuerdo, de todo lo que dije al principio, de la espalda, del cráneo y de los ojos. Todo me duele. Es como querer hacer funcionar una máquina enmohecida. Tengo 22 años y me estoy muriendo. Todo el tiempo me estoy muriendo. El cerebro se me retuerce, las sienes me laten. Me estoy muriendo? Yo se lo que me pasa. La paso mal. Así, acá, por estos días la paso mal. Estoy intentando mientras esté acá hacer cosas que me gusten, rellenar mi vida con estas aventuras personales de las que hablo. Quiero aprender a estar sola, a poder sentir que cuando estoy sola igual crezco, igual aprendo. Que si estoy sola la paso tan bien, que las horas que las horas que faltaban para verme con los demás, fueron horas exquisitas de autoactividad autoabastecedora y autogratificante. Auto, auto, auto. Autonomía. Autenticidad. Automática. Autobeneficio. Autoamante. Automóvil.

viernes, junio 24, 2011

Antes hubieras vuelto. Antes hubieras vuelto y no me habrías dejado así. Hoy ya no se que viento pasóque se llevó todo, todo eso que había. Hoy pasan las cosas y vos decís "bueno me voy" y te vas. Y después no es que volvés. No volvés hasta que podés volver. Antes rompías las reglas por mi. Aunque sea una vez, si era necesario. Vos lo hacías necesario. Para vos era necesario volver. Era necesario para vos irte caminando con la cabeza tranquila. Antes volvías por que si no nada de lo que hicieras cuando te fueras podía salirte bien. Es más, nada podía salirte. Y yo no pedí en su momento ser así de necesaria. No lo pedí y terminé acostumbrándome a serlo. En su momento no sabía que tu necesidad iba a durar lo que dura una novedad. Yo era tu novedad y ahora no lo soy más. Ahora siento que soy como algo que respira, un alma deambulante por la casa, que va con vos de la cama al living. Del living a la cama, a la cocina si hay que cocinar y al resto de las habitaciones cuando nos disponemos a ordenar. Escribo sin esforzarme por lo estético. Escribo por que es lo único que puedo hacer, por que si escribo, a nadie le va a parecer molesto lo que pienso y siento una y otra y otra vez. Es como que te olvidaste. O no te olvidaste, pero te acostumbraste a mi, a quien soy, y en un sentido totalmente tedioso lo digo. Te acostumbraste a mi, a mi cuerpo, a mi voz, a mi forma. Hoy te vas y definitivamente te vas, y nada en mí ya te resulta lo suficientemente atrapante o importante como para retrasarte unos minutos siquiera. Tardé exactamente tres minutos y diecisiete segundos en escribir todo esto. Es como ir al baño ante la urgencia de ir al baño. Fumo compulsivamente, me como el cigarrillo, respiro como si fuera la ultima vez. Me aferro de la luz que siento que se apaga, me ahogo, me hundo, lloro, me brota el llanto sin poder contener, sin poder contener nada. Nada de esto puedo quedarmelo, me quema. Y pasan los minutos y te fuiste y no volves. Volvé a entrar por esa puerta, decime que no podés hacer nada si yo me quedo, si no estoy con vos. Me dijiste que te acompañe, me insististe, pero ya no lo puedo sentir verdadero. Me lo decís por que sabés que quiero que me lo digas. y ya es demasiado preámbulo. Ya esto es demasiado preámbulo. Que noche de mierda, me quiero acabar. No puedo soltar, como vos decías que tenía que soltar. Soltar qué? Que me queda si me suelto? NADA. Y si no suelto, me queda esto, todo esto. Por qué te quiero tanto? la re putisima madre que me re mil parió. Hay gente que sube por las escaleras del edificio, y unos segundos me hace creer que sos vos volviendo. Esa gente abre las puertas de sus casas que hacen retumbar la de la nuestra, y cuando tintinean las llavecitas, pienso que sos vos volviendo y estoy en la gloria. Pero pasan esos ruidos y vos no entrás. Y vuelvo a donde estaba. Vení, estoy al lado de la puerta, por favor volvé. Volvé que no sabes lo que te extraño hace tanto tiempo. No te das una idea de lo que es esto. No te das una idea de lo que necesito que me necesites como antes.

miércoles, junio 22, 2011


Soy una persona que tiene un blog hace un tiempo. Un blog en el que escribió durante todo ese tiempo, es grandes cantidades. Grandes cantidades de palabras, oraciones y párrafos. Párrafos y conclusiones hostiles; Párrafos y catarsis desmedidas de una desgracia de títeres y papel maché.

Párrafos y eso. Esas creaciones propias que hace que uno se crea a veces que han sido grandes inventos, y otras veces que han sido pérdidas. Pérdidas de tiempo, de plasticola y materiales. Gastos de recursos, hojas y horas tiradas a la basura en forma de palabras escritas detrás de una liñita-cursor que titila a la espera de nuevas bolas de péridas masivas.

Pero también soy una persona que hoy, tiene ganas de escribir y su cerebro de mosquito ya le da las indicaciones:

“Querés escribir. Andá a la computadora. Abrí Internet. Entrá a tu blog. Seleccioná: “Crear Entrada Nueva”. Escribí.”

Entonces abro el Word en un acto de vandalismo pensando que el sólo hecho de tener un blog y haber escrito mucho hace mucho y el que hoy no escriba más en el blog desde hace mucho también, me presiona. Me presiona de la idea de tener que escribir en el blog. El esquema cuadriculado de mi cerebro que me dice otra vez:

“Si querés escribir, tenés que hacerlo en el blog. Porque vos amabas escribir y cómo escribías y hoy cada tanto entrás a tu blog olvidado y releés y sentís que perdiste el toque. Entonces, cuando visitas a tu abandonado escritorio virtual, sentís que te gustaría recobrar ese toque, pero sabés que la destreza aquella está muy lejos, y no te deprimís, pero mirás con nostalgia el apasionado vínculo que tuviste con el plasmarlo todo. Entonces, hoy, ante el más mínimo vestigio de tu intención, con respecto a volver al ruedo, a volver a escribir y encontrarte con todo eso que te encontrabas antes, cuando escribías; Tenés que abrir tu blog, y usarlo de balde para vómitos, manotear la notebook bruscamente como manoteás el balde justo antes de vomitar, como último recurso.”

De todas formas…

Soy una persona que escribe en Word, porque la sola ventana de la nueva entrada de su blog abierta y expectante, le pone presión: “Decí algo interesante- dice la ventana- si querés demostrar que volviste, más vale digas algo bueno, hagas algo bueno, reivindiques el cómo te gustaban las palabras y decirlas y escribirlas-.”

Entonces huyo. Y escribo en Word. Para después subirlo al blog.

Es que es eso. Después voy a terminar subiéndolo al blog. En definitiva el blog se va a enterar de todas formas. Pero igual, lo escribo en Word. Y no dejo de pensar que nunca se puede saber a la perfección si uno en realidad volvió, o una parte de uno es la que se aferró a la raíz en la tierra, y otra la que se fue volando o la que se deshizo en retazos de olvido y perfume a limón.

sábado, mayo 28, 2011


Ocultó las magulladuras de sus labios debajo de un rouge del mismo tono que la carne viva. Ella se había ido perfeccionando hasta ser una superlativa artífice del ocultar, atormentando su intimidad y sus ratos frente a sí misma. Ella sabía que el rouge le secaría más los labios, destruyéndoselos por completo y que en sus momentos ante el espejo, las gotas espesas, gruesas y cruentamente puras comenzarían a brotar de las grietas, caerían en la pileta de lavarse las manos e inundarían todo el mundo de soledad.

Ella habla conmigo. Y luego yo hablo de ella, de una persona sola, increiblemente sola.