jueves, octubre 01, 2009

Ella escribiría así


(Y una vez más,) me siento a escribir. (Y hoy pintó comenzar con paréntesis; Hoy jugueteamos con la lingüística, con la semántica, sintáctica y semiótica. Y de la manera en que queremos).
Y una vez más, enfrentarme a este momento. A ese mismo aire de papel-ecológico-virtual se propaga en el ambiente. Este momento, que es tan yo. Y es tan autocaracterístico (y no por que diga que es solo mío) por tener ese sabor unicamente a mí. A mí y solo así. Se que siempre vuelvo con una mensaje distinto, (o que por lo menos lo intento), entonces esa es la única parte de ese "mí" que no se repite nunca.
Yo escribo con luces bajas. Luces bajas que alumbren lo que alumbren (caja de luz o lamina seca de rejuntes de millones y millones de ex habitantes de algún bosque); Alumbren y no tanto.
¿Se entiende?
Probablemente no.
Y probablemente nunca. Nunca del todo (no voy a subestimar a nadie). Quízas, repito: muy probablemente, una gran parte de mi mensaje no llegue a quienes lo estén recibiendo por que soy quien soy. (No se asusten). Por que asustarse de mí, sería asustarse (basta de paralelismos, Betania) de alguien que aún no pudo comprender, no pudo creer (literalmente) la hermosura que tiene la vida. Entonces, alguien que aun no pudo comprender una hermosura, todavía no ha tenido el momento (único, romántico,fugáz) del asombro. Y quién no está asombrado, no-siente-ningún-sobresalto. ("sobresalto" más arriba del salto, sobre el salto, el salto de cualquiera, de quién sea...por eso es algo materializado estrictamente con subjetividad). Y creo yo que sin la "patada" del sobresalto, se contamina la emoción.
Luces bajas. Eso decía.
Y me gusta que se muevan imágenes. De televisor sin volúmen, o de ventana sin sol.
Y cuando me siento a escribir no me entrego a nadie más (nunca más) que a la música. Que dado a esto, se deduce que la música debe, en cuanto me enfrento al paño, ser como el estado de normalidad del mundo. Osea, que la música sea usada más tiempo que el silencio, invertir los roles entre él y ella.
Él y ella.
Recursos que suelo usar. Ambos, recursos que re-curso.
También me gusta dedicar un escrito a un tipo de "juego". Hace poco, por ejemplo, descubrí que muchas palabras tienen el estricto significado en sí mismas. Palabras que van un paso más arriba de cualquiera de sus definiciones. Palabras que no se sabe si primero "dicen y después "existen".
Y entonces juego a cortarlas. A pasarles una tijera espacial a las palabras y dejarlas en evidencia (ellas, viles, viles, brujas).
Encorvada. Encorvada como una gárgola (mitad ratón-mitad hombre) enmohecida y percudida por vaya a saber qué cuestiones. Y no logro ponerme derecha. Y no logro "enderacharme".
De vez en cuando suenan los dedos. No "ellos", sino, "ellos(lo dedos) suenan".
¿Se entiende?
Habíamos acordado que una parte si.
Y escribo lento. O lento por lo general. Hay veces que no, que tengo tanto para decir, que no puedo esperarme, y me atraco y me tropiezo en el papel, me piso mis cordones, me salpico con el jugo amargo de alguna "re-lectura".
Pero sigo, ¿vieron?
Sigo escribiendo, digo. Me siento una vez más acá, y escribo.
Escribir me ayuda a conocerme. A conocer el mundo. Por que si no "bajo" mis fotos a mis ojos y mis ojos y mis manos no escriben en mi lengua, ser extranjero en su propia tierra...


Ella escribiría así.

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