jueves, septiembre 04, 2008

Saltar




Atardeceres. Finales. Cascadas que se secan. Y vos no podes dejar de ser, ni de vivir ni de ser lo que siempre fuiste. Y todo se aleja, como en un camino cuando miras para atrás. Y a veces sería tan fácil no dejar atras, solo basta parar el auto, detener la marcha, el tiempo, la respiración, las posibilidades, los miedos...y quedarse quieto, fijo mirando, fijo observando, fijo escuchando, oliendo, respirando.

¿Qué vida es ésta si no tiene finales tristes o lágrimas que hacen de apertura de ciclos de miles y miles de ellas?

Pero todos los finales tristes tienen algo en común: el despecho, el dolor adentro, el abrazo partido, el horizonte con nubes, el mar opacado por un tormenta, el llanto, el irremediable llanto; Las luces a medias, los cigarrillos consumidos, la peste, la montaña solitaria, la mujer que siente que se pierde, el hombre que siente que se cae.

El instánte primogénito de soledad es tan puro e increiblemente violento como para poder soportarlo, entonces, tendemos a diluirlo en más tiempo y tiempo y tiempo...para no sufrir, para no morir.

Desde la posición que me ha dictado la vida, la de una amante, la de una solitaria, la de alguien golpeado, la de alguien que ha tocado el cielo con las manos, la de alguien que ha experimentado la soledad, la pasión, la luz y la oscuridad, la trampa y el vicio, la calma y el amanecer, el agua y el fuego, el adentro y el afuera, el llanto y el júbilo, la jaula y el prado, la cal y la arena, la mujer y el hombre, la llave y la ruina... te digo, luz, que avandonarse es la peor forma que puede cobrar la seducción.

Dale aire a tu fuego, besá tu alma, acariciá tu existencia, sentí tu esencia hasta quedarte dormida, rendirte tendida, en la cuna de sueños que has ido hilando a lo largo de toda la carrera, de todo tu camino, por el aire o por la tierra...y repetí que estás viva, viva, viva.

0 comentarios: